18 julio 2013

Misterios de la ciencia ia ia ia iaaaaa

Recientemente estuve introspeccionandome todita, pensando en cosas que quiero y por qué las quiero. En particular, hace 6 años que trabajo en comunicación científica, es algo que me encanta y estuve pensando por qué será.



Cuando era chica (13, 14 años), di mis primeros pasos en el mágico y confuso mundo de las ciencias físicas. Que en mi liceo, en ese año, eran más física que ciencias.
Luis, mi primo, estaba intentando enseñarme cosas sobre magnetismo pero yo todavía no sabía leer ni jugar con ecuaciones, por lo que no encontraba el sentido a los ganchos escritos entre signos de igual. En lugar de darse por vencido ante mi falta de entendimiento frente a cosas que él consideraba un bollo, trajo un montón de imanes y cables y cosas. Me preguntaba "¿qué pasa si tal cosa?", pensábamos hipótesis y luego veíamos qué pasaba. Así aprendí varias cosas curiosas sobre los imanes y el magnetismo.
También aprendí la mejor manera de aprender ciencia.

Sé qué pasa si acercás un imán grande a la pantalla de la tele, porque Luis agarró un imán de un parlante para mostrarme que las lineas de campo no eran un invento ni una simplificación.
No sé si alguna vez hicieron ese experimento.
Tampoco sé qué pasa si lo hago con las teles nuevas, y no me animo a probar sin hacer un poco de investigación previa (¡¿adivinen qué voy a hacer mañana?! research yeyeye). Con las teles de tubo lo que pasa es que los colores de la pantalla cambian y quedan cambiados aunque saques el imán. Y así aprendí más sobre cómo funcionan los tubos de rayos catódicos. Para arreglar el color hay que apagar la tele, esperar un ratito y volver a prenderla. Eso hace que los electrones del haz "se acomoden" como tienen que ir y el color se vea normal.



Por esas casualidades de la vida (si quieren creer en casualidades) a los pocos días de aprender esto estaba en casa de una amiga, esperándola. Era la época en que no sabías si alguien iba a estar en su casa entonces ibas y si no estaba lo esperabas, así que me puse a ver un partido x con su hermano.
En determinado momento se descuajeringaron* los colores de la tele y hermano-de-amiga se enojó bastante. Le dije que apagarala tele, esperara un momento y la prendiera, cosa que solucionó el descuajeringue colorimétrico*. Fue un momento muy Beakman-discoverychanelesco, fabuloso, emocionante, divertido. Entonces le comenté "lo que pasa es que el haz de electr..." y me cortó con un "no me interesa". Y eso que estaba en el entretiempo. 
Quedé completamente anonadada. "¿Cómo puede no interesarte por qué pasa algo que acaba de pasar?"

Me llevó muchos años y muchas conversaciones cortadas aprender que hay gente a la que no le interesa. No quieren ver las lineas de campo, no quieren ver lo que hay detrás de los fenómenos cotidianos, no quieren saber por qué pasan las cosas ni que pasa si algo se cambia. No les interesa.
Si hablo con alguien que no conozco y veo que se me está por escapar una explicación pregunto "¿querés saber por qué?". La respuesta suele ser no. Y es una pena.

Se pierden la magia. La de verdad. La que cuando el truco se revela es todavía más maravilloso que el truco en si. La que te cambia la vida. La que cambia el mundo, porque el mundo es cómo lo percibimos.






*Término científico.