29 junio 2012

Me gustó


Ann Druyan dice sobre Carl Sagan algo así como:
Cuando mi esposo murió, como era famoso y conocido por no ser creyente, mucha gente se me acercó -y todavía me sucede- para preguntarme si Carl cambió en el final y se convirtió a alguna fe en la otra vida. También me preguntan frecuentemente si creo que lo voy a ver de nuevo.


Carl enfrentó su muerte con coraje y nunca buscó refugio en ilusiones. La tragedia fue que sabíamos que nunca más nos íbamos a ver. No espero volver a reunirme con Carl. Pero, lo grandioso es que mientras estuvimos juntos, por casi 20 años, vivimos con una vivida apreciación de cuan breve y preciosa es la vida. Nunca trivializamos el significado de la muerte al pretender que era algo distinto a una despedida final. Cada uno de los momentos en que estábamos vivos y juntos era milagroso- no milagroso en el sentido de inexplicable o sobrenatural. Sabíamos que eramos beneficiarios de la suerte... Esa suerte pura podía ser tan generosa y tan buena... Que nos hubiéramos encontrado, como Carl escribió tan bellamente en Cosmos, sabes,  en la vastedad del universo y la inmensidad del tiempo... Que pudimos estar juntos por veinte años. Eso es algo que me sostiene y tiene mucho más significado...


La manera como me trataba y como yo lo trataba a él, cómo cuidábamos del otro y de nuestra familia mientras él vivía. Eso es mucho más importante que la idea de si lo veré algún día. No pienso que vaya a ver a Carl de nuevo. Pero lo vi. Nos vimos. Nos encontramos en el cosmos, y eso fue maravilloso.






Para ahorrar un poco la wikipediada: Sagan tenía síndrome mielodisplásico (aka preleucemia) y murió de neumonía en 1996.