Me quedo hasta que las vacas vuelvan a casa (en inglés tampoco tiene sentido, aunque es una expresión que me cae simpática). Paso a las novedades.
Sigo enyesada, pero con dos ventajas:
(1) aparentemente tengo coronita, y lugo de un esfuerzo titánico por parte de mi mamá, me hice de un yeso waterproof. Ou iea, waterproof. El scotchcast es una resina sintética y ainda mais, pero lo importante es que me hizo muy felíz. Me pude bañar, en la playa y en la ducha, como una persona normal. Invaluable, ya que estamos en verano.
No, no soy yo, es para que se hagan una idea.(2) dentro de 5 días (¡¡los puedo contar con mi mano sana!!) me libero. Todo muy lindo, pero si hay algo que me gusta de ser humano, es tener dos pulgares oponibles. Son útiles, lindos y necesarios. Ya está bien de daños colaterales por el choque con una bici.
Partimos rumbo a la hermosa La Paloma después de otro memorable 31 de diciembre en el mercado del puerto: una guerra de sidra, lo más parecido al armaggedon, que se repite anualmente.
Debido a las lluvias de diciembre, éste es el primer año (desde que recuerdo) que los fuegos artificiales no están prohibidos por riesgo de incendio. Fue un espectáculo impresionante ver el oscurísimo cielo iluminado, no solo por la luna que sólo es luna si es La Paloma y luna llena, sino por miles de fugaces luces de colores.
Extrañé locamente a mis amigos, así que levanto mi copa por Alexander Graham Bell y su mejor invención, el teléfono.
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