Ayer, por primera vez me invitaron a tomar un café. Así de la nada... Me asusté un poquito (quien se quema con chocolate ve a Willie Wonka y llora). Resultó ser una experiencia interesante y divertida.
Ya en casa me puse a pensar en lo fácil que es hacer amigos cuando se es chico. Simplemente te acercás y decís "¿querés ser mi amigo?" y listo. Son amigos, a veces por 10 minutos, a veces para toda la vida. No tenés nada que perder y mucho que ganar.
De grande es mucho más difícil. Y después de cierta diferencia de edad ya es pedofília...
Es que prefiero mil veces que me rompan la cocinita y no el corazón.
(Corolario: "rompeme el corazón pero no las pelotas", o sea, en jerarquía ascendente: cocinita-corazón-pelotas)
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