What(ever) women want

Cuando eramos chicas mis amigas querían ser cantantes o modelos, yo quería ganar un Nóbel.
Ni siquiera sabía que era (bastante) dinero, me atraía muchísimo la gloria eterna, el reconocimiento indeleble por un trabajo. Vamos, ser Marie Curie sin la muerte lenta y dolorosa.
Pues bien, uno rara vez se vuelve lo que cree cuando pequeño, pero tengo la mente de una niña de 5 años, así que me quedan esperanzas.

Antes que todo y antes que nada, crecí para ser una mujer de ciencias. Ninguna otra clasificación me produce más placer y orgullo que esa. Es cierto que estoy lejos de la excelencia académica, pero no es eso lo que me define.
Soñar y pensar al mismo tiempo no es para cualquiera. Razonar hasta el hartazgo, propio y ajeno. Buscar, aprender y aprehender, exprimir cada situación y vivencia.

Soy una mujer de ciencias.

Entre mis perfumes hay matraces,
mi túnica tiene dibujos,
me hice la permante sólo después de entender su mecanismo en el Brown,
amo y odio al mismo tiempo el laboratorio y la cocina,
mis mejores sonrisas son generadas por productos y procedimientos bien hechos,
tengo ciertas taras propias de los hábitos que aprendí,
en mi blog se mezclan la ciencia y la vida (como si se pudieran separar...),
y creo en el amor como una serie de reacciones químicas (y pobre del que diga lo contrario).

Todo muy lindo, pero también hay días que quiero largar todo y así ser una huequita felíz.
Después lo pienso bien: estamos hechos de átomos y los átomos son 99,99% vacío, ¡¡resulta que soy huequita!!

Hoy ya pasé por todos los estados que mi ciclotimia me permite. Así que convierto unos 4,0 litros de oxígeno en dióxido de carbono, y los dejo con uno de los mejores escritores de la lengua de Cervantes, el tipo que sabe lo que las mujeres quieren, o por lo menos lo que yo quiero.
Yo quiero ser una chica Almodovar.


Aprendí a embeedear canciones.
Aprovechando estos rollercoaster days ¡¡¡Agarrate que se viene la bajada!!!